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Monte-Verdi, y viceversa: “Ars Atlántica”, en un requiebro irreverente
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Obra de encargo del “II Ateneo Barroco” y nunca mejor dispuesta por su actitud transgresora que se nos brinda en el Paraninfo da Universidade-20´00-, sobre el papel, tres siglos de ópera italiana en exteriores, y en su causa, queda incurso el grupo “Ars Atlántica”, Manuel Vilas, con la complicidad de la soprano Roberta Invernizzi. Son ellos, bajo la lupa inquisitorial, el director del mismo, autor del desafuero, armado de arpa doppia; Mariña García Bouso, como violinista barroca; Sara Ruiz, que repite, viola da gamba; Patricia Rejas, frente al piano romántico y J.Manuel Dapena, aferrado a la guitarra romántica. Roberta Invernizzi, a la que escuchamos en el “V Festival Via Stellae”, precisamente con Manuel Vilas, para una sesión muy barroca: “L´isola amorosa: madrigais e cancións do Seicento italiano”, es una voz de talla gracias a las atenciones preceptivas de Margaret Heyward, y ahí están sus credenciales: una haendeliana de pro, por “Rinaldo”, con O.Dattone,”Flavia” , de “Silla”, “Amadigi”, en el Festival de Halle, “Giulio Cesare”, con la “Orchestra of the Enlightenment”, “La Resurrezione”, para el Musikverein, “Acis, Galatea y Polifemo”, con G. Antonini, y otras debilidades que alcanzan desde “Adriano en Siria”, con Fabio Biondi; “Il ritorno d¨Unlise in Patria”, “Statira”, de Cavalli; “Olimpiade”, de Gallupi; “Il trionfo de lTempo e dil Disinganno” o “Isacco”m de Jomelli.
“Ars Atlántica”, sobre sólidos principios, se forjó en 2007 para encarar repertorios del XVII y del XVIII, preferentemente ibérico y latinoamericano, rompiendo aguas con cantatas venecianas del palacio Contarini, con la mezzo Marta Infante y de su trayectoria mantenemos cumplida noticia, quedándonos en memoria la participación en el “Festival Via Stellae”, de 2015, con una representación de la haendeliana “Rinaldo”, en versión reducida, autorizada históricamente por el autor, en 1711. El grupo colabora frecuentemente con el cuarteto vocal “Vandalia”, con una atención primordial al género de los tonos humanos polifónicos, con el que tienen en agenda varios proyectos que incluyen la recuperación patrimonial español con resultados como “Hirviendo el mar” y una experiencia en doble cd, dedicada a los cancioneros españoles del XVII, el “Cancionero de Sablonara”
La historia de esa osadía va de lo siguiente: la obertura del “Don Pasquale”, una transcripción anónima parisina, de 1848; Vincenzo Bellini, con la cavatina de “Norma”, la universal “Casta Diva”, arreglo para voz y piano, anónimo. “Crudo no, aura lieve ma infesta”, aria de “La Rosmene”, de A.Scarlatti, versión reducida anónima; “Io son quel gelsomino”, aria de “Arsilda Regina di Ponto”, de A. Vivaldi, adaptación para voz y continuo (anónima del XVIII”. Entramos en Verdi con una fantasía para guitarra sobre motivos de “La Traviata”, firmada por Julián Arcas; G.Rossini, por “Tancredi”, con la cavatina “Tu che accendi questo core”, para voz y guitarra, de Ventura Maria de Ripa; Niccola Piccininni, con un aria para violín de la ópera La Cecchina”, firmada pot John Walsh. Giovanni Paisiello, del que se toma “Begli ochietti”, aria de “Don Chisciotte della Mancia”, debida a Manuel Vilas, de la versión de Nápoles (1769), a tenor de las prácticas de época.
Antonio Cesti, con el aria de L´Orontea”, “Intorno all´idol mio”, en versión reducida anónima del XVII; De nuevo Giuseppe Verdi, con la escena y aria de “Atilla”, “Oh, nel fuggente nuvole”, para voz y piano e igualmente anónima; Claudio Monteverdi- no mentad su nombre en vano-; con una tocata- improvisación para arpa sobre el lamento inconsolable de la ópera “Ariadna”, además de arias del “Orfeo”, “Tu sei morta” y “Ecco pur ch´a voi ritorno”, reducidas para voz de soprano y bajo continuo, procedentes de manuscritos anónimos.
El tema viene que ni pintado, ya que no resulta novedad este tipo insolencias-entre comillas- ya que era común saltarse la norma y romper con las limitaciones del espacio escénico. Había auténtica ambición en probar otras latitudes y esas se fueron encontrando en los lugares más insospechados. Los más imaginables, que serían los salones y las recepciones aristocráticas, pero en salto al vacío, pasarán a los balnearios de retiro estival, los jardines de agradables veladas vespertinas, los salones de juego, las fiestas hogareñas, las obligadas recepciones de protocolo, las casas de alterne- evidentemente- y no menos sorprendente, las iglesias y los convento. No habrá rincón de la vida cotidiana, en la que no se tenga noticia de lo que, en un principio, había consolidado sus méritos y reconocimientos en los coliseos operísticos desde comienzos del XVI hasta eI “Risorgimento” y las veleidades del verismo. Así, los arreglos y adaptaciones, estarán a la orden del día, navegando a sus anchas por los siglos de los siglos, amén. ¿Verdi- Monteverdi”? o “Monteverdi-Verdi?” Asunto que no levantará ampollas, más bien al contrario. Se trata de bajar a la “Casta Diva” de la obligada hornacina.
Todo un equipo de osados para remover el cotarro operístico. “Ars Atlántica” recurre necesariamente a los valores del país, Rosalía Gómez Lasheras (pianista emergente y dominadora de los instrumentos de teclado historicistas). J. Manuel Dapena, emprendedor y versátil guitarrista, perfecto para estos dominios, por su condición de embajador mundial. Sara Ruiz. Gambista a la que escuchamos en las recuperadas fantasías de la “Biblioteca Eleonor” y fundadora del grupo “La Bellemont”. María García Bouso, formada en Oporto y especializada en música antigua y la incorporada pianista Patricia Rejas, para las aportaciones de piano romántico. De Roberta Invernizzi, ya tuvimos noticia y que también se curtió a gusto con inmensos talentos de la dirección, los Ton Kopman, Giovanni Antonini, Ivor Bolton, Nikolaus Harnoncourt, Claudio Abbado, Rinaldo Alesandrini, Savall, Alan Curtis, Fabio Biondi… ¡Da miedo la Sra! En resumen, este “II Festival Ateneo Barroco, pone su gran pica con esta curiosa irreverencia, asumida y consentida, por el bien de la gran lírica.